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Estado, Mercado e Instituciones
Las funciones del estado es apuntalar al mercado y otras instituciones de la sociedad civil, sobre la base del consenso nacional.
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Maritza Izaguirre
El Nacional
21 de Febrero de 2007
Es cada vez más frecuente escuchar comentarios críticos acerca de los resultados de las reformas aplicadas en nuestra región a finales del siglo pasado, y de la necesidad de introducir nuevas propuestas.
Con el tiempo transcurrido se percibe con mayor claridad, en especial al analizar los casos exitosos, la presencia de algunos factores que juegan un papel claro en el desenvolvimiento de los países que logran mejores resultados.
Quizá la primera conclusión a que se llega, es que los paradigmas propuestos, no pueden ser simples calcos, que éstos deben ser adaptados a las circunstancias propias de cada contexto social, ya que pretender aplicar de inmediato patrones que expresan concepciones, muchas veces alejadas de la realidad local, afectan su viabilidad, perjudicando su puesta en marcha.
De otro lado, la experiencia señala que cambios graduales, introducidos bajo una visión de mediano y largo plazo, construida sobre consensos nacionales, contribuyen al logro de resultados concretos. Esto ha sido importante en definiciones básicas, relacionadas con una visión compartida de la sociedad en su conjunto, en materias tales como la vigencia del sistema democrático, la separación de poderes y la participación en la toma de decisiones, entre otras.
Ello ha facilitado el consenso necesario para decidir, en elementos cruciales del modelo que se va a adoptar, entre ellos, el papel del Estado, la vigencia del mercado y la presencia de las instituciones, por ejemplo.
El paradigma por construir requiere de un Estado capaz de examinar racionalmente sus opciones, en especial en materia productiva, ya que debe impulsar la expansión y fortalecimiento del aparato productivo, promoviendo aquellas oportunidades de crecimiento e innovación, en sectores estratégicos, claramente competitivos en el entorno global.
Esto lleva a revisar su papel, en cuanto a que no necesariamente debe adjudicarse en forma directa la producción de bienes o servicios, sólo lo haría bajo circunstancias especiales, con objetivos claros y prestando especial atención a la eficiencia y productividad de la actividad bajo su responsabilidad. Suceso que en el pasado reciente en muchos países fracasó.
Es por ello que en el Estado moderno, una de las tareas fundamentales es asegurar en su gestión el buen funcionamiento del mercado. Uno de los aprendizajes más relevantes se refiere al reconocimiento explícito, sin reservas, del papel del Estado cómo ente que asegure a la colectividad la eficiencia del mercado, mediante la creación de un sistema judicial confiable, reglas claras que faciliten la operación de los diversos agentes, el respeto a las normas, y el desarrollo de la capacidad de regulación. Esto último para evitar los excesos que puedan ocurrir si los actores no cumplen con las reglas establecidas.
Ello conduce obligatoriamente a la coordinación entre Estado y sector productivo. Es evidente que sin la cooperación entre los sectores público privado, el potencial de crecimiento y el empleo no se concreta. Siendo, factores claves en la batalla por la equidad, la inclusión y el combate a la pobreza, responsabilidad primordial de la gestión pública.
Lo anterior obliga al diseño de políticas coherentes, consensuadas, entre los distintos agentes involucrados, con el fin de asegurar su permanencia, ya que la experiencia indica que éstas deben ser flexibles, ajustándolas, tantas veces cómo sea necesario.
Ello implica, por una parte la institucionalización de la función pública, y por la otra, contar con un Estado y sus distintos componentes, eficiente y convencido de las bondades de la propuesta a seguir.
En nuestra experiencia particular, contar con personal capacitado y comprometido éticamente con la gestión, contribuye al cumplimiento de las tareas asignadas y disminuye los riesgos de trasgresión a las normas. Es por ello la importancia que se le concede a la creación de un servicio civil permanente, capaz de llevar adelante las complejas tareas del Estado moderno.
En este contexto, se ha observado la conveniencia de que el marco institucional pueda desarrollarse en un ambiente de respeto a las libertades y dónde prive la legalidad.
Los comentarios anteriores identifican sólo tres de los factores que han permitido que algunos países de la región hayan logrado cambios importantes en la relación Estado-sector productivo, lo cual ha favorecido la expansión de su economía, la reducción de la pobreza, una mejor distribución de la riqueza y la creación de las condiciones para el desarrollo sostenido.
Ante la situación actual vale la pena recoger lo bueno de la experiencia ajena.
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